16.6.11

Casi llegas, rosas el objetivo con la punta de los dedos. Y lo tienes.
Lo disfrutas, aunque realmente no es lo que esperabas, nada lo es. Cuando crees que eso te proporcionará felicidad para siempre, se disuelve. Todo aquello se va. Como dicen, nada dura para siempre. Ojalá se pudiera clavar los minutos, detener todo, por algo, por eso que sabes que te hará feliz. ¡Qué egoísta! Podemos llegar a pensar que somos lo único, nuestra felicidad es lo que vale, bien, detente ahí, ¿no vale la de todos? Pero... ¿Se puede llegar a la felicidad sin heridos en el camino? Y es que ..¿existe la felicidad?
Divagando entre preguntas nunca llegamos a un objetivo, muchas preguntas, pocas respuestas. Y la felicidad no es más que algo. Ese algo que nos dará todo lo que esperamos. Quizá ese algo se complicado de atrapar, conseguir, lograr, complicado, no imposible. Tal vez, ese algo nos decepcione. 
Y es que es común, muy. Casi siempre, las cosas no son lo que parecen. Muy seguido, todo cambia repentinamente. Y sino me crees, ¡puedes verlo en tu alrededor, en ti! Todos cambiamos, para mal, para bien, para uno mismo. Porque, según he visto, el cambio es necesario, es obligatorio. Lo necesitamos.

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