Así me siento yo.
Tres metros sobre el suelo, con una ala rota, sangrando sin cesar.
Las heridas se vuelven a abrir.
Miles de púas se clavan en ellas.
Mi cara solo es de sufrimiento, pero tapada por una falsa sonrisa.
Es que es así, las heridas quedan como cicatrices, llenas de sal, ardiendo.
Y nosotros solo las fingimos, falsas caras, dolor por dentro.
Pues dime, ¿cómo hacer?
Siempre dices qué hacer y cómo, ahora, yo he remontado vuelo sola, cada cosa se me clava como flecha en mí.
Explícame, por favor, las mariposas se dibujan en mí, pero eso no sana el dolor.
La vergüenza.
¡DEJENME SER!
Imagina ese mundo, el imaginario, el que todos hacemos lo que queremos.
Lo que deseamos.
Imagina ese lugar y trata de llevarme ahí.
Quizá encuentre la paz.